La Bruja Reina
La Bruja Reina
Ritual Del Vampiro 2
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Una joven con una misión mortal, un vampiro que intenta salvar a su clan y un terrible desafío que podría separarlos…
Cuando Drake me dejó atrás, pensé que mi corazón se rompería. Pero antes de que pudiera cambiar de opinión y seguirle, la princesa Morda de Silverblood me encontró.
Ahora estoy de vuelta en mi aquelarre, considerada una heroína por haber tenido éxito en mi misión suicida. Pero no me siento como tal. Me siento como si me hicieran pedazos mientras la princesa Morda insiste en usar mi logro como ejemplo para animar a las demás brujas a actuar.
Nuestros aquelarres enemigos se inquietan, y como el mío es el único que no tiene una bruja reina, estamos en desventaja. Pero la princesa Morda tiene un plan para eso, un plan horrible del que no quiero formar parte.
Entre las escapadas para encontrarme con Drake, que tiene sus propios problemas con los que lidiar, y navegar por las complicadas reglas de un lugar que una vez amé, me encuentro sola y perdida.
Pero no puedo rendirme a la oscuridad. Se avecina una guerra y yo tengo un papel clave que desempeñar.
Una estimulante y oscura novela de romance paranormal, La Bruja Reina es una deslumbrante historia de fantasía para jóvenes adultos protagonizada por un enigmático príncipe vampiro y una resiliente bruja. Los fans de Sombra de vampiro y Crónicas Vampíricas se volverán adictos a esta nueva serie.
Capítulo 1
Capítulo 1
Los primeros pasos tras la partida de Drake habían sido los más difíciles. Me había llevado mucho tiempo darlos, e incluso después de diez, veinte, cincuenta pasos, había tenido que convencerme de que su plan era lo mejor, pero no lo parecía. De hecho, sentía que me habían arrancado el corazón y el alma. Drake los tenía, y cuanto más lejos estaba de mí, más me dolía.
Era una decisión estúpida. ¿Por qué teníamos que ir por caminos separados? Éramos más fuertes juntos. Podríamos encontrar una manera de lograr todo lo que teníamos que hacer juntos. Estaba segura de ello.
Tal vez Drake y yo podríamos prepararnos para que, cuando volviéramos juntos al castillo DuMoir, pudiéramos acabar con el príncipe Alex y sus aliados e iniciar un nuevo y pacífico reinado. Entonces enviaría un mensaje a mi aquelarre y les haría saber que tenía el corazón. Estaba segura de que la princesa Morda lo enviaría a recoger en un abrir y cerrar de ojos.
¿Y luego...?
Y luego, no lo sabía. A la princesa Morda le costaría hacer una alianza con los vampiros, incluso si uno bueno estuviera al mando. Tampoco me permitiría quedarme con Drake.
Pero eso era un asunto del que podría preocuparme luego. En ese momento, lo único que debía preocuparme era volver con Drake y ayudarle a tomar el castillo DuMoir.
Con la esperanza que florecía en mi pecho, corrí de vuelta por el camino hacia la cabaña. Ni siquiera había andado diez metros cuando me detuve al darme cuenta de que Drake, con su supervelocidad, quizá ya se acercaba al castillo. No podría alcanzarle. No sin magia.
Inspiré con fuerza, introduje la mano en el pequeño bolso que llevaba sobre los hombros y saqué el corazón. Miré la masa roja y ensangrentada que tenía en la mano, el corazón de la primera bruja del aquelarre Silverblood. Nunca había dejado de latir, incluso después de haberlo sacado del pecho de Sarki, aún latía y, por alguna razón, me parecía que lo hacía más rápido cada vez que lo tocaba.
Acuné el corazón entre mis manos, como si fuera lo más preciado que poseía, y cerré los ojos. Debería poder invocar la magia que me concedía y enviar un mensaje a Drake. Le diría que se detuviera y me esperara. Estaría confundido, pero estaba segura de que me esperaría y una vez que le alcanzara, le explicaría mi plan.
Ni siquiera tuve que intentar buscar mi magia, solo llegó a mí. La magia del corazón desbordó mis venas, corrió a través de mí tan rápido como la sangre, me llenó de energía y poder. Nunca me había sentido tan poderosa. Mierda, nunca había imaginado que pudiera sentirme tan poderosa.
Me concentré, envié mi magia, busqué a Drake en el vasto bosque.
Un segundo después, mi poder se desvaneció y el miedo me invadió.
Con lentitud, volví a colocar el corazón en el bolso y abrí los ojos, aunque sabía que no vería nada. Estaba rodeada por más de una docena de vampiros, pero aún se escondían entre los árboles.
Me devané el cerebro, traté de pensar qué hacer. ¿Luchar? No estaba segura de poder pelear contra tantos vampiros yo sola. ¿Correr? Eran demasiado rápidos para mí.
Busqué la daga de Drake en mi bolsillo. Antes de que pudiera cogerla, los vampiros salieron de sus escondites.
—Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? —preguntó uno.
—Es la mascota de Drake —dijo un segundo.
—Qué encantador. Creo que deberíamos jugar con ella —se burló un tercero.
Traté de ocultar mi miedo con una máscara de desprecio, miré de vampiro en vampiro. No sabía sus nombres, pero reconocía sus rostros: todos eran lacayos del príncipe Alex.
—Estábamos buscando al traidor de Drake. —Un vampiro escupió al suelo y dio tres pasos hacia mí—. Pero el príncipe Alex nos ha dicho que te matáramos si te cruzabas en nuestro camino.
Tragué saliva.
—Me gustaría ver cómo lo intentáis —espeté, canalicé la bravuconería que había usado tantas veces mientras vivía en el castillo DuMoir. Por dentro, temblaba como el bambú en el viento.
Los vampiros gruñeron y chasquearon los dientes contra mí. ¿Qué había hecho? ¿Provocarlos? ¿Estaba loca?
—Será un placer —dijo uno de ellos.
Se lanzaron sobre mí.
El poder estalló en mí, a través de mí y desde mí. Una luz azul brilló desde mis manos y, como una ola en el océano, se extendió por el bosque. Arrasó con los vampiros, los mató al instante y no dejó atrás más que polvo.
Mi corazón martilleaba en mi pecho mientras, aturdida, contemplaba la escena. El corazón había sido arrebatado a mi aquelarre antes de que yo naciera, toda mi vida había sido una bruja débil. Su ausencia provocaba que todo mi aquelarre fuera débil, y aún más con cada año que pasaba. Pero había escuchado las historias de lo poderoso que era, de lo poderosas que podía volvernos, de los trucos que una bruja podía realizar al canalizar el poder del corazón. Incluso había visto algunos de esos trucos realizados por otros aquelarres, y recordaba haber quedado maravillada. Sin embargo, nunca había oído hablar de que el poder del corazón fuera capaz de diezmar a un grupo de vampiros en dos segundos.
Además de asombro, tenía un poco de miedo. No estaba segura de que debiera sostener una cosa tan poderosa. Ni siquiera había intentado matar a los vampiros. ¿Y si intentaba hacer algo? ¿Dañar a alguien? Todavía tenía que aprender a controlar y a utilizar mis poderes ya que tendría más, pero no podía imaginarme en control total del corazón.
Era demasiado poderoso.
Pero quizá era la única manera de encontrar a Drake. Tenía que advertirle que los vampiros del príncipe Alex estaban tras él. Tenía que detenerlos.
Decidida, alcancé el corazón una vez más.
—¿Thea?
Levanté la vista y jadeé.
Morda, la princesa del aquelarre Silverblood, apareció entre los árboles, seguida por Soraya, su segunda al mando, unas cuantas brujas de su círculo íntimo y un puñado de brujas guardias. La princesa Morda era una hermosa bruja de largos rizos oscuros y brillantes ojos color avellana, parecía joven, de unos treinta años, aunque en realidad sabía que tenía un centenar. Debido a nuestra magia, las brujas vivían una larga vida, pero como mi aquelarre había perdido el corazón hacía cincuenta años, las brujas envejecían más rápido. Todo se rectificaría.
Morda se acercó a mí, el dobladillo de su largo vestido negro y plateado rozaba hierba sucia y las cenizas de los vampiros.
—Su alteza —dije e incliné la cabeza hacia ella. A pesar de no ser una reina, la princesa Morda era nuestra líder desde hacía más de cien años.
—¿Estás bien, Thea? —preguntó con un tono tenso, pero algo preocupado—. Soraya nos ha avisado que había una conmoción dentro del castillo DuMoir. Supusimos que eras tú, así que decidimos patrullar la frontera de las tierras de las brujas, por si acaso. Pero entonces vimos una luz brillante que provenía de aquí.
Abrí la boca para decirle que había sido cosa del corazón, pero algo me apretó el pecho. Cerré la boca y tragué, me llevé esas palabras. En su lugar, dije:
—He sido yo, sí. He conseguido el corazón y he tenido que luchar para escaparme del castillo. Ahora mismo estaba rodeada de vampiros, pero el corazón me ha devuelto parte de mi poder y he podido ahuyentarlos.
La ceja de Morda se levantó mientras me miraba. Odiaba que hiciera eso. Morda era una bruja poderosa y sabía que podía romperme como una ramita con una sola mirada. Su magia no era superada por nadie en nuestro aquelarre desde que habíamos perdido a nuestra bruja reina hacía cien años y, por lo que yo sabía, era rival incluso para las reinas de los otros aquelarres.
No sabía cómo había podido mantener su magia, pero me alegraba que alguien de nuestro aquelarre lo había hecho. De lo contrario, habríamos sido aplastadas por los otros aquelarres hacía mucho tiempo.
—Bien hecho —dijo Morda, para mi sorpresa. Nunca me había elogiado—. Por recuperar el corazón y deshacerte de los vampiros.
Soraya dio un paso adelante. Con su pelo corto plateado y sus ojos casi negros, parecía fría y dura, y la mirada de desprecio no ayudaba.
—Tengo que confesar que he pensado que no lo lograrías.
Algo parecido a la furia me recorrió. Entonces, ¿por qué me habían enviado? Pero sabía por qué. Yo era una de las brujas más débiles, y eso había sido planeado como una misión suicida. Incluso yo había pensado que no podría salir de allí con vida.
—También estoy sorprendida —confesé.
Morda me sonrió, aunque fue tan dura y fría como la mirada de Soraya.
—Nos alegramos de un resultado tan exitoso. Bien hecho, Thea —dijo una vez más. Se llevó la mano a un lado—. Ahora, vamos a casa. Tenemos mucho que hacer.
Se dio la vuelta y empezó a marchar. Soraya, las otras brujas y las brujas guardias esperaron hasta que Morda estuvo al frente para seguirla.
Me quedé atrás y miré los árboles. Mi corazón se rompió una vez más. En algún lugar, allí fuera, estaba Drake. Caminaba solo hacia la boca del lobo. Deseé poder ir hacia él, enviarle un mensaje o besarle una vez más.
Sin embargo, no tenía otra opción que seguir a Morda a casa y dejar a Drake atrás.